NUESTRA DECLARACION DE FE Y PRINCIPIOS 

Iglesia Cristiana Palabra de Restauración, es una asociación de personas que consciente y voluntariamente profesan fe en Jesucristo como único Salvador y Señor y se someten a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Su razón de ser se basa en Efesios 4:1-16, teniendo como su objetivo prioritario el ser una congregación cuyas características sean la santidad, la humildad, el amor y la unidad y en la cual los líderes a quien Dios haya establecido, puedan trabajar en la edificación y perfeccionamiento de los creyentes, para que cada uno, de acuerdo a la gracia que le ha sido dada, y siguiendo la verdad que nos ha sido enseñada en la Biblia, cumpla su función de servicio en el cuerpo (cuya única cabeza es Cristo) y desarrolle la obra del ministerio, cuyo fin es la evangelización de las personas de toda raza, lengua y pueblo que aún no conocen a Jesucristo como su Salvador y Señor. Esta declaración de fe, que es una síntesis de las Sagradas Escrituras, tiene como propósito establecer y regular nuestras creencias, conducta, servicio práctico y proclamación del Evangelio.
1. LAS SAGRADAS ESCRITURAS. Creemos que la Santa Biblia es un libro sobrenatural y que es la Palabra de Dios. Ella es la revelación completa, final y plena de la voluntad de Dios para el hombre. Creemos que las Sagradas Escrituras en sus documentos originales, tanto las del Antiguo como las del Nuevo Testamento, (exceptuando los libros apócrifos), fueron inspiradas verbalmente por Dios y son sin error y dignas de toda confianza y constituyen nuestra suprema autoridad en todo lo concerniente a nuestra fe y conducta, interpretándose en sus sentidos gramático-histórico-cultural, bajo la guía del Espíritu Santo. (Salmos 119:9-12, 89; Juan 15:3, 17:17; 2 Timoteo 2:15, 3:14; 1 Pedro 1:10-12; 2 Pedro 1:20-21; Apocalipsis 22:18-19.
2. DIOS. Creemos que hay un sólo Dios Vivo y Verdadero, Personal, Eterno, Perfecto en Justicia, Infinito en poder, sabiduría y bondad, Santo, Misericordioso, el cual es Hacedor y Sustentador de todo cuanto existe. Creemos que hay un solo Dios que existe en tres personas con la misma Naturaleza, Atributos y Gloria: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. (Isaías 7:14, 9:6-7; Juan 14:16; Mateo 28:19, 6:25-32, 10:28-31; Salmos 19:9, 100:5, 139:1-6; 1 Juan 1:5).Hebreos 9:14; 2 Tesalonicenses 2:6-7;
3. JESUCRISTO. Creemos que Jesucristo es Dios manifestado en carne. En Él concurren dos naturalezas: La divina, con todos sus atributos, y la humana, en absoluta perfección constituyendo una sola persona indivisible. Creemos en su concepción virginal por la obra del Espíritu Santo, su vida sin pecado, sus milagros, su muerte vicaria y expiatoria que es la base de la justificación y de la redención del hombre de la culpa, el poder y las consecuencias eternas del pecado. Creemos en su resurrección corporal, su ascensión, su obra de mediación y su futura venida personal, corporal y visible con todo poder y gloria. (Juan 1:1-3,14; 2:24; 3:16; 8:15-16; 2 Corintios 5:21; Filipenses 2:6; 1 Timoteo 2:5-6; Tito 3:5-6; Hebreos 13:8).
4. ESPIRITU SANTO. Creemos que la Persona Divina del Espíritu Santo regenera al pecador y santifica al creyente, bautizándole y sellándole en el momento de la conversión y quien mora en el creyente como prenda y garantía de su salvación eterna, para fortalecerlo, consolarlo y conducirlo a una vida de obediencia a Dios. Creemos asimismo, que el Espíritu Santo enriquece a la iglesia con dones espirituales, le da unidad, le guía, y le da poder para el cumplimiento de la misión que le fue encomendada por Cristo. (Juan 14:26, 15:26; 16:7-15; Romanos 8:9-11, 14-16; 1 Pedro 4:14)
5. LA SALVACION DEL HOMBRE. Creemos que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. El hombre pecó y cayó en todo su ser. Por consiguiente, todo ser humano por naturaleza, es pecador, con una tendencia innata al pecado y a una conducta pecaminosa y como consecuencia está bajo la ira y la condenación de Dios. Cualquier persona que se arrepiente de sus pecados y se convierte a Jesucristo por la fe, recibe la justificación del pecado solamente por la gracia de Dios, aparte de cualquier obra, esfuerzo o mérito humano. La persona regenerada es guardada por el poder de Dios y no puede perder su salvación eterna. El Espíritu Santo prosigue su acción santificadora en el creyente, capacitándole para vivir santamente y ser victorioso ante los ataques de Satanás y sus demonios. (Génesis 1:26-27, 3:6, 16-19; Romanos 1:18-32, 3:10-18, 3:23; Hechos 20:20-21; Efesios 2:8-9; Romanos 6:23; Gálatas 5:16-25).
6. LA IGLESIA. Creemos que todos los verdaderos creyentes en Cristo constituyen la Iglesia Universal y son miembros del Cuerpo cuya única cabeza es Cristo. Creemos que la iglesia local es una agrupación geográfica y temporal de creyentes de la Iglesia Universal, unida bajo la dirección sagrada del Espíritu Santo, para tributar culto a Dios, promover la edificación de sus miembros con instrucción bíblica y en comunión fraternal, difundir el Evangelio y realizar la asistencia benéfica, tanto entre sus miembros como en la sociedad, y practicar las ordenanzas que Cristo instituyó para ser observadas por Su iglesia: El bautismo, por inmersión en agua, como símbolo de nuestra muerte y resurrección a la nueva vida en Cristo, efectuándose en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y la Santa Cena, como conmemoración de su muerte y su sacrificio en la cruz, hasta que Él venga. (Mateo 16:18-19; 18:17-18; 26:26-30; 28:19-20; Hechos 2:40-42; 13:1-4; 1 Corintios 1:1-3; 2 Corintios 8:1-5).
7. LA VIDA FUTURA. Creemos en el futuro retorno personal, corporal y visible de nuestro Señor Jesucristo, con todo poder y gloria para establecer un reino de justicia y paz por mil años. Creemos que el espíritu y el alma de los que han creído en Cristo para salvación, pasa directamente a Su presencia en la muerte del creyente. En la resurrección, volverán a unirse el cuerpo y el alma en un cuerpo glorificado para estar siempre con Cristo. El espíritu y el alma de los que no creen, quedan conscientes de su condenación después de la muerte física y esperan la resurrección de los impíos para ser eternamente castigados. (Mateo 25:31-34; 1 Corintios 15:25-27; 1 Tesalonicenses 4:16-17; 2 Pedro 3:10; Apocalipsis 19:11-21; 20:1-15).
8. SATANÁS. Creemos en la realidad de Satanás como enemigo declarado de Dios y adversario de los redimidos. Creemos en la existencia de los demonios, quiénes siguiendo al dios de este mundo, están organizados en huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Dios ha provisto medios espirituales para que el creyente triunfe sobre las artimañas del diablo y sus demonios. (Job 1:6-12; Isaías 14:12-17; Ezequiel 28:12-19; Mateo 4:2-11; 2 Corintios 4:3-5, 11:14-15; Efesios 6:10-20; 1 Pedro 5:8).

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